fbpx

Histórias Esquecidas de Manuel Milho XII

PT

Apanhado Num Mau Romance

Depois desceu a mão pelo seu peito arqueado, admirando-lhe novamente a pele bronzeada e perfurando a barba veneziana do remador com os olhos… João repetia para dentro as Laudes na vã tentativa de afastar maus desejos, quando já os sinos davam a última chamada à corte para se empoleirar na varanda do Senhor Jesus da Pedra – tocava agora com os dedos esbranquiçados na cicatriz do braço musculado do remador da Galeota Real.

– “Foi um elmo, Sua Alteza, sentis?”

Salvatori aproximava lentamente o seu maxilar marcado dos lábios de João, a respiração intensificava-se, ouvia-se agora a saudação inicial.

–  In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti.

O suor escorria pelo colete de cetim colorido e botões de vidro e metal de João, a temperatura enrubescia-lhe a face revelando a inutilidade do pó de arroz e o coração latejante por um homem de cabelos negros encaracolados. Quem o diria tímido? O mais rico nunca fora o mais poderoso… O seu corpo entorpecia de desejo, queria parar o tempo, queimar a Galeota Real, fazer deste peito arfante e salgado, seu legítimo refém. A sua mão trémula apertava o pescoço do italiano, ora de mais, ora de menos e ambos perdiam as forças na promessa de um beijo-escândalo.

–  Beija-me! Agora! Antes que a minha ausência seja notada.

Salvatori sorriu. A realeza, sempre tão ousada a possuir a imaterialidade de outrem. Ah! Embora fosse tão irresistível a libertinagem deste português… o ar rarefeito daquela passagem estreita, aumentava a tensão entre os dois, enquanto a plebe recebia a bênção.

–  Quero um criado que me beije entre a Tércia e a Noa, sem mea culpa.

Não havia escapatória possível, era como se um leão e uma gazela se atraíssem mutuamente sem explicação e cada dentada fosse um gesto de amor. Salvatori havia chegado há cerca de dois meses, contratado para fazer as delícias de um fidalgo em ascensão, deu à costa ibérica na profissão de galeriano cativo e amante ocasional de El Rey. Jogavam xadrez madrepérola às escondidas, trocavam carícias furtivas a caminho da Santa Missa e falavam de todas as mulheres por eles enganadas. Agora o padre prosseguia com o acto penitencial e as mãos calejadas de Salvatori circundavam a cintura de João. Nunca se beijaram, embora as noites de El Rey fossem adivinhações febris. A que saberiam os seus lábios? Tâmaras, cravinho, pecorino!?

–  Numa próxima, João… Sono pazzo di te, adeus!

Sou louco por ti, adeus? Parecia mentira! João desceu as escadas numa correria doida, colocou as meias de seda branca ao sol, atirou os pés para dentro do mar da Ericeira e desatou a chorar… Os seus braços preferidos abandonavam agora a costa portuguesa rumo a canais pindéricos e empobrecidos. Na sacola de uma boca italiana suculenta – um colar de topázio como presente, um fio de cabelo de uma peruca francesa como recordação e a promessa de um abraço demorado num reencontro algures entre a rota dos alperces e uma cama de pau santo. Reza este conto que no túnel que liga os aposentos reais ao Santuário, ainda se pode ler, gravado a lágrimas e água-tinta – “EL REY ET SALVATORI, AMOR VINCIT OMNIA”.

ES

 Atrapado en un malo romance

Entonces bajó su mano al largo de del percho arqueado, admirando una vez más su piel morena y casi perforado con sus ojos la barba veneciana del remador…João repetía el Laudes por dentro, en una tentativa vana de alejarse de malos antojos, en cuanto las campanas sonaban la última llamada para la corte y para él se colgar en el balcón de Senhor Jesus da Pedra – el tocaba, ahora, con sus blancuzcos dedos, la cicatriz en el brazo del remador de Galeota Real¹ .

– “¿¿Era un elmo, Su Alteza, ¿¿lo sentis??”

Salvatori acerco su mandíbula pronunciada a los labios de João, la respiración se intensificó, y ahora ya se escuchaba el saludo inicial.

–  In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti.²

El sudor corría a través del chaleco de satín con botones de vidrio y metal, la temperatura ruborizaba su rostro, revelando la inutilidad del polvo de arroz y el corazón latiendo por un hombre de cabellos negros cacheados. ¿Quién lo diría tímido? Lo más rico nunca era lo más poderoso…Su cuerpo estaba durmiente de deseo, quería parar el tiempo, quemar la Galeota Real, hacer de aquel cuello jadeante y salado su legítimo rehén. Su mano temblando agarró el cuello del italiano, ora fuerte demás, ora demasiado blando, y los dos perdían su fuerza en la promesa de un beso-escándalo.

–  Bésame! ¡Ahora! Antes que mi presencia sea notada.

Salvatori sonrió. Realeza, siempre tan audaz poseyendo la inmaterialidad de otras personas. ¡Vaya! Aunque el desenfreno de este portugués era tan irresistible… el aire enrarecido de aquel angosto pasaje aumentaba la tensión entre ellos, con la plebe recibiendo su bendición.

– Quiero un criado que me bese entre la Tercia y la Noa³ , sin mea culpa.

No había escapatoria posible, era como si un león y una gacela se atrajeran sin explicación posible y cada mordida fuera un gesto de amor. Salvatori llegara hacia dos meses, para deleitar a un hidalgo en ascenso, se acercó a las costas ibéricas con el oficio de gallero cautivo y amante ocasional del Rey. Jugaron al ajedrez de nácar, a escondidas, se abrazaron furtivamente camino a la Santa Misa y hablaron de todas las mujeres a quien habían engañado. Ahora el cura procedía al acto penitencial y la mano callosa de Salvatori rodeó la cintura de João. Nunca se besaron, a pesar de que las noches del Rey eran conjeturas febriles. ¿Cuál sería el sabor de sus labios? ¿¡Dátiles, clavo, pecorino⁴ !?

– Otra vez, João… Sono pazzo di te, ¡adiós!

Estoy loco por ti, ¿adiós? ¡Parecía mentira! João bajó las escaleras en una carrera loca, puso sus medias de seda blanca al sol, hundió los pies en el mar de Ericeira y se echó a llorar… Sus brazos favoritos ahora salían de las costas portuguesas vagando por canales destartalados y empobrecidos. Dentro de la bolsa propiedad de la suculenta boca italiana hecha hombre – un collar de topacio como regalo, un hilo de cabello de una peluca francesa como recuerdo y la promesa de un largo abrazo en una reunión en algún lugar entre la ruta de los albaricoques y una cama de palosanto. Cuenta la leyenda que en el túnel que une las cámaras reales con el Santuario, todavía se puede leer, grabado con lágrimas y tinta al agua: “EL REY ET SALVATORI, AMOR VINCIT OMNIA”. ⁵

________________________

¹ Galeota Real, también conocida como Galeota de D. João VI, es una pequeña galera, un esbelto navío de guerra propulsado principalmente por remos, con mástiles y velas o sin ellos, utilizado en el Mediterráneo desde el siglo XVI hasta la Edad Moderna.

² En nombre del Padre, del Hijo e del Espiritu Santu. (In Latin)

³ Tercia (cerca de las nueve de la mañana) y Noa (cerca de las tres de la tarde 3 PM) son horas Intermedias de oración en la liturgia católica. 

⁴ Un queso italiano, hecho con leche de oveja.

⁵ EL REY Y SALVATORI, EL AMOR CONQUISTA TODO.